Era previsible que
Francia y Alemania chocaran
de manera frontal, porque las concepciones sobre Europa de la izquierda y la
derecha, son diametralmente opuestas.
La presidenta
alemana, Ángela Merkel y
el ex presidente francés, Nicolás Sarkozy
se encontraron en el exquisito universo de la derecha
europea, por lo que compartían una visión común sobre la Unión Europea y cuando
brotaban las diferencias franco-alemanas, se ponían de acuerdo en una mesa en
la que Francia ponía el
champan, su Chateu Mouton Rothschild y
Alemania el Gulaschsuppe.