NUEVA YORK -- El presidente Barack Obama encabezó el domingo una ceremonia de un minuto de silencio en el monumento a las víctimas de los ataques del 11 de septiembre en Nueva York, en el sitio donde existieron las torres gemelas.
Obama y la primera dama, Michelle Obama, se sumaron al ex presidente George W. Bush y su esposa, Laura, frente a un espejo de agua donde se ubicaba la torre norte del Centro de Comercio Mundial.
Todos ellos recorrieron a pie el perímetro del monumento y permanecieron en silencio antes de que saludaran a parientes de las víctimas de los ataques.
Nueva York tuvo la cifra más alta de muertos de las tres localidades que fueron escenario de los ataques del 11 de septiembre de 2001.
Después de 10 años, los estadounidenses se congregaban el domingo en torno a tres sitios específicos: donde se alzaban las abatidas Torres Gemelas; en el lugar en que se levanta el Pentágono como una fortaleza otrora vulnerada, y en un campo rural donde el Vuelo 93 de United Airlines se precipitó a tierra.
Obama planeaba asistir a ceremonias en los sitios de los tres ataques y debía hablar el domingo por la noche en el Kennedy Center.
Los estadounidenses se reunían para orar en catedrales en las grandes ciudades y depositar rosas frente a las estaciones de bomberos de los pueblos pequeños, a fin de recordar de incontables modos el aniversario de los ataques terroristas más devastadores desde la fundación de la nación, y para conmemorar uno de esos hechos que configuran la historia.
Al igual que en conmemoraciones anteriores, las campanas volvían a tañer para lamentar la pérdida de los muertos en los ataques. Se realizaban ceremonias para consagrar nuevos monumentos recordatorios en el bajo Manhattan en Nueva York, en la zona rural de Pensilvania y en otros sitios, como símbolos concretos de la determinación de recordar y reconstruir.
Pero gran parte de la significación de las ceremonias este año radica más en lo que no se dice abiertamente: la ocasión del aniversario para que los estadounidenses mediten acerca de cómo los ataques los cambiaron a ellos y al mundo, y la continua lucha por comprender el lugar que ocupa el 11 de septiembre en la psiquis nacional.
"Mucho queda implícito", comentó Ken Foote, autor de "Shadowed Ground: America's Landscapes of Violence and Tragedy (Tierra ensombrecida: los paisajes estadounidenses de violencia y tragedia), al examinar el papel que la veneración de los sitios de muerte y desastre desempeña en la vida moderna. "Estos aniversarios son particularmente cruciales para concebir qué historia narrar, qué significa todo esto. Obliga a la gente a desentrañar lo que nos ocurrió".
El domingo, la atención nacional se volcaba en las ceremonias en el Pentágono, en las afueras de Washington DC, y en el bajo Manhattan para la dedicatoria del Monumento Recordatorio del 11 de Septiembre.
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