Por José C. Novas.
La historia dominicana, una de las más intensas del continente americano es fascinante, en su recorrido muestra cosas increíbles y personajes únicos; el Presidente Ramón Cáceres fue uno de ellos; su muerte ocurrida el 19 de Noviembre de 1911 en un tramo de la avenida Independencia en la capital dominicana, se acerca a su primer centenario, Món fue emboscado por un grupo de jóvenes, inspirados por el general horacista Luis Tejera, de quien se decía había contribuido a su ascenso al poder y que más tarde entraron en contradicciones.
Para honrar el legado de Món Cáceres, seguro habrá actos conmemorativos, saldrán artículos, se pondrán libros en circulación, se oirán misas, responsos, ofrendas florales, etc.; la fecha es de capital importancia para la historia y es saludable que los dominicanos de todas las capas sociales conozcamos las vertientes de ese proceso de principios del siglo XX.
La conmemoración ya arrancó el pasado 26 de Julio con la apertura del Museo Ramón Cáceres, en la casa que habitó la familia del malogrado gobernante, que fue remodelada para la ocasión en el municipio Estancia Nueva, de la provincia Espaillat. En hora buena al Museo Ramón Cáceres, y ojalá el gobierno haga justicia a otras figuras de la historia, que se sacrificaron para que la patria dominicana prevaleciera y cuyas acciones merecen al menos ser expuestas.
Tiene la figura de Món Cáceres muchos ángulos, sobre los que se pueden escribir colecciones de libros, a pesar que su paso fue breve y fue asesinado relativamente joven, su accionar gravitó intensamente sobre la vida nacional entre el 26 de Julio de 1899 y el 19 de Noviembre de 1911; sin importar el punto de vista que se pueda tener sobre los actos de Món, su gobierno marcó un antes y un después en la historia.
Su carrera comenzó en forma violenta, bajo fuego y pólvora, salpicado por la sangre humana; así se condujo mientras vistió el uniforme militar, así se mantuvo mientras gobernaba y así también terminó: atravesado por las balas y bañado con su propia sangre.
Creo que fueron tres los factores que abrieron las puertas a Ramón Cáceres para entrar al banquete del poder: 1) la apertura del ferrocarril central, 2) la quiebra del sistema de recuas en el Cibao central, y 3) su participación en el magnicidio de Moca, con el cual despojó el país de las garras de la dictadura que también a sangre y fuego impuso el general Ulises Heureaux, alias Lilís.
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