viernes, 18 de noviembre de 2011

Món Cáceres, tocado con Guantes de Seda.

Por José C. Novas.
La figura del general Ramón Cáceres llena una etapa de la historia dominicana que inició y terminó con pólvora y sangre; este personaje subió al escenario público con el asalto que fulminó al dictador Ulises Heureaux el 26 de Julio de 1899 y de igual modo bajó a la tumba tras una emboscada que dejó caer sobre su cuerpo una lluvia de balas el 19 de Noviembre de 1911.

Su impronta destaca por el autoritarismo que le impuso al país mientras dominaba el escenario político, su mandato se caracterizó por las iniciativas entreguistas del gobernante, aun así, la posteridad ha expuesto su legado tocado con guantes de seda.

Al conmemorarse el primer centenario de su trágica muerte, persisten versiones oscuras sobre el protagonismo político-militar de Ramón Cáceres y su rol histórico en la nación dominicana. Hasta su  participación en la muerte de Lilís, Món Cáceres era un hombre del campo dedicado a la agricultura y el negocio de las recuas, o sea, de persona común pasó a ser figura de rango social.

De pronto la estrella de Món se elevó al firmamento y en semanas fue investido con el grado de general y designado en cargos importantes como gobernador de la provincia de Santiago, delegado del gobierno en el Cibao, Ministro de Guerra y Marina y vicepresidente de la República.
Desde que le fue colgada la insignia de general, Món Cáceres fue la espada que sustentó los gobiernos horacistas y las coaliciones acordadas con los jimenistas para alcanzar al poder. Historiadores dominicanos atribuyen al mandato de Cáceres una cuota de orden, paz y progreso; un siglo después, salen a relucir pruebas que cuestionan ese orden, esa paz y ese progreso; al menos en lo que refiere al orden y paz, se ha expuesto la historia un tanto diferente a lo que realmente fue.

En los hechos, Ramón Cáceres fue el militar cuya severidad lo llevó a tomar medidas extremas contra el pueblo dominicano para favorecer intereses de corporaciones extranjeras, Cáceres en todo momento operaba siguiendo los dictámenes del gobierno de Estados Unidos; una revisión de la geopolítica y expansión financiera norteamericana en América latina a través del Coralario de Roosevelt, destapa la caja de la colmena.
A partir de 1903, el general Cáceres pasó a ser jefe absoluto de la Guardia y la Policía Rural, dos cuerpos armados creados por Estados Unidos para garantizar la entrada de sus agentes al manejo de la economía del país, a cambio del apoyo que daba a las medidas imperialistas, el horacismo dirigido por Ramón Cáceres ganó acceso al poder y apoyo financiero en forma de préstamos, su gobierno respondía a los intereses de Estados Unidos.

Los ingresos nacionales pasaron a manos de agentes norteamericanos por iniciativa de Cáceres, el gobierno dominicano acepto el 45% de los ingresos de sus aduanas, o sea, el horacismo bajo la dirección de Ramón Cáceres entregó el 55% de la soberanía económica del país a Estados Unidos, a cambio de quedarse en el poder.
Se ha vendido la idea de que su predecesor, el Presidente Carlos Morales Languasco, (que también era entreguista) se dió un autogolpe y salió de la capital, que ello propició la llegada del general Cáceres al mando en su condición de vicepresidente, hoy sabemos que lo que pasó fue distinto, trascendió que los ministros horacistas intentaron matar al Presidente Morales en tres oportunidades y los despachos enviados desde la embajada de Estados Unidos en Santo Domingo a Washington prueban que la salida de Morales de la capital fue una fuga, al producirse un golpe de Estado auspiciado por los horacistas, liderados por Ramón Cáceres, Luís Tejera, Tulio M. Cestero en el plano militar y una estructura civil de elevada ilustración que incluía hombres de la talla de Emiliano Tejera, Federico Velázquez Manuel Lamarche García, Tulio M. Cestero, Juan de la Cruz Alfonseca, Manuel de Js. Troncoso de la Concha y otros.
El general Luís Tejera vino a ser un eslabón ligado al destino del Presidente Cáceres, primero como principal instigador del golpe de Estado del 24 de Diciembre de 1905 y luego el 19 de Noviembre de 1911 durante el asalto al coche en que viajaba Cáceres, al que ultimaron a tiros.

 Ha permanecido la monumental interrogante sobre el papel del general Luís Tejera en la conspiración, se sabe que fue figura de primer orden en la "Guardia de Món", había sido comandante de armas de la provincia de Santo Domingo durante el apogeo horacista; ello sumado a que su padre Emiliano Tejera, era Ministro de Relaciones Exteriores, su hermano Emilio Tejera Bonetti  Ministro de Fomento y Comunicaciones, Emiliano Tejera hijo, era diputado por la provincia de Santo Domingo, su tío Apolinar Tejera  Delegado Permanente ante la Convención Dominico-Americana en Washington.
Un siglo ha transcurrido y sobre el período de Món Cáceres y hemos heredado un mar de especulaciones con más interrogantes que respuestas, algunas quizás sin posibilidad de ser aclaradas.

Sale a la luz el libro titulado "El Presidente Cáceres, Fábula del Progreso, el Orden y la Paz" que expone la etapa y el personaje desde otro ángulo, agrega nuevos elementos al relato sobre Món Cáceres, expone las iniciativas de su gobierno y los excesos cometidos durante su mandado, las acciones de fuerza de la Guardia de Món, las medidas calificadas como de orden, paz y progreso por algunos.

El libro deja claro que el régimen fue una especie de azote contra los opositores al horacismo y de paso afectaba a los dominicanos que ni siquiera participaban en política, todo para favorecer intereses de empresas extranjeras; en la obra se destapa la caja de pandoras, que deja mal parados los historiadores que se aventuraron a decir que hubo orden, paz y progreso en la etapa de Món, al parecer con intención deliberada en tocar el relato con guantes de seda y hacer que generaciones de dominicanos vuelvan repetir los mismos errores del pasado.

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