El presidente de la República, Dr. Leonel Fernández Reyna, ha manifestado que las próximas consultas electorales deben ser una fiesta de la democracia.
Esperamos que sea un proceso ordenado, civilizado y que se respeten los resultados producto de la expresión libérrima del pueblo.
Hipólito y Danilo, candidatos de los dos partidos mayoritarios, son dos productos electorales diametralmente opuestos, tienen dos visiones de nación diferentes, el primero porque encabeza el movimiento de voces que reclaman una serie de reivindicaciones nacionales, sobre todo de los excluidos por el partido de gobierno, quienes tienen una agenda cerrada y muy centralizada en torno a sus lineamientos neoliberales.
Danilo, por su parte se apoya en la fortaleza que brinda el poder, compromisario de la obra de su partido en el gobierno y ligado indisolublemente al Presidente Fernández, quien como socio mayoritario, aportó a su excelsa esposa, como compañera de fórmula, para que el electorado no tuviera dudas de que el está dignamente representado y a la vez comprometido con el triunfo del candidato oficialista.
Danilo, carga con el fardo de un gobierno tipificado como corrupto, sin acciones que satisfagan al electorado, pero también se beneficia del voto cautivo de la tarjeta solidaridad, bono luz, bono gas y Senasa subsidiado, porque este plan social ha sido fríamente calculado para beneficiar a personas con la finalidad de ganar sus votos, que en realidad no será así, el dominicano coge todo lo que le dan y vota por lo que diga su conciencia.
El candidato oficialista, hace esfuerzos para demostrar que el simboliza el cambio, que más del 60 % de la población dice en las encuestas que desea, pero, como catalizar ese deseo electoral cuando tiene que darle seguridad de continuidad en el status gubernamental a los funcionarios que con sus chequeras sustentan una de las más vistosas y rica campaña, que nadie haya hecho jamás. Al garantizar los funcionarios, estos garantizan a su clientela política que están en los demás puestos de la administración pública.
Hipólito Mejía, por su parte tiene la dura tarea de competir contra un partido dueño de un gobierno y forjador de todos los resortes de poder al servicio del candidato oficialista.
Hipólito, es un líder que no se deja intimidar por el poder, está acompañado hombres y mujeres aguerridos de los sectores populares, que necesitan un cambio de gobierno, porque representan el mazo de desempleados, marginados y excluidos sociales.
Hipólito, cataliza los desprendimientos que se producen por la incapacidad del gobierno de satisfacer a todos los actores en el proceso, por ejemplo, el Partido Reformista Socialcristiano, está abigarrado en la que el liderazgo mas solido de ese partido fluyó hacia la oposición.
Los dos candidatos dicen representar el Cambio, lo que hace deducir que en cierta forma, todos abjuran del gobierno del PLD y Leonel Fernández.
En este sentido la gente percibe que el cambio verdadero lo representa Hipólito Mejía, porque no tiene ningún tipo de compromiso con el Presidente y sus funcionarios, que no va a apañar los escándalos de corrupción que son voz populis. El candidato oficialista no escapa a la presión social, para que haga un compromiso público, que no habrá impunidad, que conducirá a la justicia a los comprometidos con este latrocinio contra el estado y el pueblo dominicano.
El candidato oficialista ha intentado quitarle el discurso al partido opositor del cambio, tratando de colocarse en el fiel de la balanza de la opinión pública, que fue la táctica sugerida por Lao-tzu en el Libro del Tao, “que mantenerse en el centro es escuchar la voz de la mente interior de los ciudadanos”.
Esta estrategia les ha funcionado a varios candidatos presidenciales que se han despegado de los lineamientos de sus partidos, para asumir el sentir de la sociedad, por ejemplo, Bill Clinton asumió en su discurso las exigencias republicanas, dejando a sus opositores desarmados. George W. Busch, abjuró de los planteamientos medulares republicanos girando hacia el centro, distanciándose de Ronald Reagan y su propio padre, para interrumpir la racha de derrotas republicanas, logrando triunfar sobre su rival Michael Dukakis, Senador de Massachusetts, que era el candidato demócrata, quien permanecía estático en el discurso, tratando de satisfacer las voces interiores de su partido, pero no sintonizando con las exigencias de un electorado que vota simplemente por la garantía del bienestar colectivo.
Electores dominicanos, en vuestras manos está el futuro del pueblo dominicano, son dos caminos uno conduce la democracia hacia la encerrona de una dictadura de partidos, y la otra hacia la alterabilidad y el cambio que representa Hipólito Mejía.
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