martes, 13 de marzo de 2012

Me habia alegrado conocerle

Por Olga Capellán.-

Fue una tarde gris de lluvias y tormentas, específicamente un 16 de febrero en horas del atardecer, ese día fue para mí un día muy especial, pues conocí a un joven, dinámico, con mucha humildad y sobre todo con un pensamiento revolucionario firme, inhabitual para los tiempos actuales. 

Hoy el pensamiento de todas las personas sensatas está lleno de dolor, pues aquel joven se nos has ido a destiempo y esto ha sido un hecho muy lamentable y solo cabe preguntar, ¿Dónde está la seguridad del pueblo dominicano que tanto pregonan las autoridades del país?


La muerte del joven Francisco Caamaño Vélez, de mano de un malévolo da mucho que pensar, y al mismo tiempo queda demostrado de que contrario a lo que afirman tanto el presidente de la república Dr. Leonel Fernández, así como también el jefe de la policía general Polanco, están muy lejos de los dichos a los hechos, ya que en este país nadie, pero nadie tiene su vida segura, a pesar de haber acabado con la delincuencia, según ellos. 

A Caamaño Vélez, le conocí durante la celebración de la misa de recordación a los héroes de Playas caracoles, el pasado año mientras me encontraba de visita por allí, eso fue en la Iglesia las Mercedes de la ciudad de Santo Domingo. 

El mismo, al término de la misa fue quien tomó las palabras en nombre de la familia Caamaño Deñó, cuando reunidos todos en este lugar santo para rendir homenaje al héroe de abril y de Playas Caracoles, él fue quien dio las gracias a los allí presentes. 

Lo recuerdo como ahora, un joven despierto, inteligente y con un pensamiento revolucionario firme, un joven sin malicias que sólo quiso en bienestar de su patria, presté mucha atención cuando él hizo un llamado a la juventud del país para que se alejasen del vicio y se integrasen a la sociedad productiva y que tomasen los ideales valiosos revolucionarios porque este país, su país así lo requiere. 

Hoy su sueño ha sido malogrado, también el de su familia y el de todo el pueblo dominicano que habían puesto la esperanza en alguien, en un  joven con mucho valor, con sentimiento y con ideales revolucionarios, un joven que pedía a viva voz seguir el ejemplo de su abuelo, el comandante Francisco Alberto Caamaño Deñó. 

Yo estoy triste y me había alegrado de conocerle, mi pueblo está triste porque perdió un gran futuro y su familia está triste porque también perdió a un ser querido que pudo haber sido el ejemplo a seguir, el modelo juvenil sin malicias, lleno de alegría y de vida, la que le quitaron los incontrolables de la nación y ojala que todo se aclare y al menos se haga justicia real, la que tanto ansiamos los dominicanos.

Tony, deseo de corazón paz a tus restos y que Dios te acojas en sus santo senos  y te de el mejor rincón en el reino de los cielo, amén y muchas gracias por haberme permitido conocerte aunque fuera por tan corto tiempo.

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