miércoles, 20 de julio de 2011

Las mentiras un mecanismo defensivo cotidiano.

Jorge Leiva Hernández.
Master en psicología clínica, Lic. Psicología clínica y Social, Especialista en Adicciones 

Increíbles pero ciertas, son las mentiras o estrategias mentales que emplean cada vez más personas, para defenderse de las reales o imaginadas agresiones cotidianas o adaptarse en su medio social, familiar, laboral o de estudios, en un sistema de vida cada vez más complejo para ellos. 

La conducta de mentir implica un engaño intencionado, consciente, y los estudios demuestran que el ser humano realiza un esfuerzo neurológico mayor y tarda más tiempo mintiendo que diciendo la verdad. 

Hay quienes se defienden o defienden a otros diciendo que no son mentirosos, que solo es una “Mentira Noble” (que es la teoría del filosofo Platón), 
 es una Mentira piadosa, una Mentira honesta, Mentira necesaria o una Mentira por amor, etc. pero no hay justificación posible a esta conducta verbal, es una afirmación falsa y por esto es Mentira como otra cualquiera que usted pueda expresar.

En el área de la política y la diplomacia las mentiras y las pseudoverdades (Mentiras con justificación), son cosas cotidianas en cualquier área o problemática nacional, todos o casi todos, esgrimen las filosofías desde Maquiavelo hasta Platón, todo vale por justificar la causa principal. 

Estos personajes políticos son los máximos representantes de las “Teorías y Prácticas de las Mentiras”, ellos mienten con pretextos como ayudar a la diplomacia… preservar la paz social… proteger la seguridad nacional… luchar contra el terrorismo… enfrentar la crisis actual… encubrir una posición estratégica… comprar tiempo o ganar dinero… ayudar al presidente… las razones o justificaciones siempre germinan en este entorno de políticos.

Cuando aseguramos que una cosa es mentira hablamos de una afirmación hecha por una persona que puede ser parcial o totalmente falsa, donde se cambia o tergiversa la realidad y la motivación principal es que la persona que escucha crea que lo que dice es verdadero. 

Estas personas pueden mentir también con la intención de proteger a otras personas, exagerar una situación, provocar una reacción en otros, simular o fingir un acto, una conducta o síntoma, hacer una calumnia, o simplemente por el placer que da ser creído, elogiado, aceptado o envidiado en ese momento, en esta persona los medios justifican el fin. 

Podemos comprender porque tantas personas mienten diariamente, razones personales los empujan a esto a pesar del gran esfuerzo mental que esto necesita, y los costos emocionales que implica, pero no recomiendo que lo hagan nunca, a no ser que se trate de salvar su vida, la de otros o evitar un daño muy grande. 

Quizás este fenómeno del mentiroso sea una consecuencia de la descomposición social y económica que están viviendo las ciudades, donde la más cercana oportunidad que tiene el sujeto es la de manipular a su conveniencia la realidad y las palabras, tratando de alcanzar algo necesario que piensa no lograra por la senda de la razón y la verdad.  


No importa cuál sea la estrategia personal o el objetivo buscado, siempre la mentira será una estrategia incorrecta y frágil a corto o largo plazo, pues la estructura que se construirá se levantara sobre una falsa y por tanto débil base o fundamento, la mentira, que le resolverá hoy, quizás, el asunto actual, pero más adelante tendrá las dificultades reales que no soluciono antes, cuando decidió construir una imaginaria situación o ilusorio argumento personal como solución o respuesta subjetiva a una difícil realidad personal. 

3 comentarios:

  1. Muy bueno el escrito de lo mentirosos y los ploitiqueros

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  2. Dr. Leiva Saludos y felicitaciones por este trabajo, esta muy bueno, esta vaina de la mentira en los dominicanos es mala, hay que acabar esta vaina de una vez, felicitaciones Dr Leiva
    Antonio Sangallo

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  3. Felicitaciones, esta genial este documento del Licenciado Leiva, el señor Ramon Ceballo el tambien es un politico y porque no otro dominicano mentiroso igual que todos otros politicos.
    Carlos Pujoll

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