Por José C. Novas
Se llamaba Ulises Heureaux, le apodaban Lilís, nació en Puerto Plata y lo mataron en Moca. Según lo describió Francis L. Wills, periodista norteamericano de aquellos días que lo entrevisto poco antes de morir y lo describió como una especie de "Hércules Negro", musculoso, 6 pies y 4 pulgadas de estatura y mirada penetrante, que parecía adivinar los pensamientos.
A Lilís poco le importaba el juicio que sobre los hechos de su vida se erigiera después de muerto, así lo manifestó una vez que soltó a los cuatro vientos que estaba listo para morir con las botas puestas, según manifestó. Después que había vivido un pasado heróico,
Lilís decidió lanzarlo al basurero de la historia imponiendo una dictadura atroz, cruel e inhumana; en el proceso, como la mayoría de los dictadores, hizo una fortuna millonaria que de poco le sirvió a sus descendientes, porque le fue incautada por las autoridades que le sucedieron luego de ajusticiado en Moca el 26 de Julio de 1899.
Con su muerte su recuerdo se fue transformando a medida que pasaba el tiempo y trascendió como si lo mataran dos veces, primero cuando fue acribillado a balazos y luego los historiadores lanzaron su reputación al vertedero donde van a parar los peores administradores del Estado.
Pero en honor a la verdad histórica, nadie podrá negar que la espada de Lilís resalto durante la Restauración de la República, bravura que probó en la guerra de los Seis Anos donde se anuncio su muerte varias veces y en la batalla del Cabao en defensa del gobierno del padre Merino, en las lomas del Seybo en la que Lilís recibió un disparo en la nuca, del que sobrevivió como en otras ocasiones en las que fue herido de bala, pero la que fue disparada por Ramón Cáceres en Moca fue mortal.
Es que la historia reconoce sus figuras en base a las acciones que marcan el final, antes de morir Lilís, había colocado el país bajo la tutela económica de algunos inversionistas norteamericanos, estos a su vez lo ataron de pies y manos, porque esa gente invierte para producir ganancias, si sus capitales están en peligro, acuden a su gobierno para que intervenga con sus marines a forzar los países en deuda a pagar, ese ha sido el patrón desde los tiempos de Ulysses Grant, que en nuestros días ha cambiado de nombre y ahora le llaman globalización, pero a la larga es lo mismo.
Lilís no solo encontró la muerte física con el asalto de Moca, aparentemente la posteridad volvió a matarlo, atribuyendo a las medidas económicas que puso en marcha todos los males que le sobrevinieron al país a principios del siglo XX, incluso hay los que afirman que ello fue lo que llevo a la intervención militar de 1916. Fue más fácil para los historiadores, sociólogos, economistas y ensayistas echar la culpa al dictador muerto, que desde su tumba no podía defender sus actos, a pesar que Lilís una vez dijo "que poco le importaba el juicio que tuviera la historia sobre sus actos", su cadáver permanecía inmóvil en el nicho de la iglesia mayor de Santiago, donde fue sepultado.
Trascendió que Lilís "era mal administrador de las finanzas y un derrochador de fondos públicos" esto lo plantean por los que han escrito sobre la economía durante ese periodo, sin tomar en cuenta que es nuestro país es dependiente (en términos financieros) de otros cuya economía de mercado condena a las naciones como la nuestra al estancamiento, el desarrollo de la industrialización de Estados Unidos despegaba precisamente durante el periodo en que Lilís fue dictador y a nuestro país no le quedaba otra que acogerse a los dictados del poderoso o pagar las consecuencias ante la fuerza expansionista que le cayó encima, a través de sus fuerzas navales, Cuba, Puerto Rico, Nicaragua y Panamá son ejemplos vivos de esa realidad. De no haber existido Lilís, igual seria el destino de nuestra nación.
Pocos son los analistas de inicios del siglo XX que toman en cuenta factores como la proliferación de redes ferroviarias en la zona, el armamentismo que se puso de moda creando en varios países las llamadas Guardia Rural y ello produjo un colosal endeudamiento de las naciones en la región con empresas financieras de Estados Unidos, a lo que debió sumarse la construcción del Canal de Panamá, una inversión a largo plazo en la que se involucro el gobierno norteamericano, que puso su enorme flota naval a garantizar y proteger la obra.
Nadie duda que Lilís fue un dictador que ultrajo en forma vergonzosa a su propio pueblo, que sobre sus hombros aun pesan crímenes de Estado, pero el análisis económico de ese periodo debe revisarse, porque lo que ocurrió en nuestro país en términos financieros se repitió en México, Cuba, Venezuela, Guatemala, Nicaragua, Argentina, Chile, Perú, Ecuador, Bolivia, Brasil. A Lilís lo mataron en Moca, después lo volvieron a matar los economistas en los libros.
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