Por José C. Novas.
Llamarle papá a un político produjo dos dictadores a la isla de Santo Domingo, el que aspire sentarse en la jicotea, como lo habría dicho Juan Antonio Alix, puede que la frase diera resultados en el pasado, hoy, la idea no aplica a la atribulada nación dominicana, que cuando se mira en el espejo de su pasado y ve suficientes razones para no repetirla.
Hubo en isla dos gobernantes a los que la mentalidad paternalista allí presente, les decían papá: uno de aguda picardía y poca escolaridad, otro bastante ilustrado en las ciencias de la salud, pero de similares instintos.
Ese fenómeno ligado a la cultura política fue el oxigeno que dio vida a dos tiranos de ingrata recordación, de los que no se han superado los traumas que causaron. No es fortuito, porque detrás de esa conducta se oculta la malicia de las clases dominantes.
El palabra papá, en su significado genuino, corresponde exclusivamente al progenitor cuando asume su rol, no tiene necesariamente que ser el que engendra, a veces al que hace el papel en la crianza correcta se lleva el galardón; no hay que ir lejos en el pasado para demostrar que el uso de la palabra papá le ha caído como anillo al dedo a hombres, que permitieron el uso del término para beneficio de proyectos políticos, y una vez entraron al despacho presidencial, se volcaron contra las libertades y los anhelos democráticos de los pueblos que gobernaron, provocando ríos de sangre.
Esta fresco en la memoria que en su momento al dictador Rafael L. Trujillo, sin merecer el honor, le fue colgado el título de Padre de la Patria Nueva, lo que quería decir, que era como un padre para la nación que dirigía con criterio finca. Dista de la verdad que fuera Trujillo el creador del nuevo orden, los que así lo califican restan ese atributo al pueblo dominicano, que con su esfuerzo y trabajo fue el verdadero sustentador de lo ocurrido durante la Era de Trujillo. Si se toma en cuenta el sistema represivo impuesto por ese régimen en tres décadas y las formas de enriquecimiento que usaron para sostenerse en poder, la paternidad de la "patria nueva" se desploma. Sobran evidencias de los crímenes, abusos, privilegios e injusticias, cometidos durante la Era de Trujillo.
Al otro lado de la frontera no fue distinto, los haitianos tuvieron un caso parecido en el dictador François Duvalier, que antes de ser gobernante, fue un destacado profesional de la salud, cuya conducta altruista lo llevó al poder en Haití, a Duvalier sus conciudadanos le llamaban "Papá Doc." debido a que en la práctica de la medicina hizo grandes obras a favor de su gente, en cambio cuando subió al poder se convirtió en el carnicero de su propio país, y enumerar las atrocidades que sufrió el pueblo haitiano necesitaría muchas páginas para completar esta nota; lo importante en este caso no es viajar sobre los crímenes causados por Duvalier, sino evitar que por ignorancia se repita la historia trágica de las que fueron víctimas Haití y República Dominicana, al llamar "papá" a un político aspirante a presidente, eso es abonar la tendencia paternalista, que ha demostrado induce los jefes de Estado a cometer desafueros, así de simple.
Joaquín Balaguer que fue un zorro en política, no aceptaba le dijeran papá, el que lo hiciera recibía un "boche", ese Fouché dominicano conocía bien las reputaciones de Duvalier y de Trujillo; en el presente, los que le hacen el cerco a Hipólito Mejía gritan "Llegó papá" y a decir verdad, ello responde a los bajos instintos del grupito que cuando fue gobernante, llevaron el país al desastre y a miles de dominicanos a perder lo poco que tenían, el pueblo padeció las carencias del sube y baja de la tasa de cambio en las monedas extranjeras y nada hicieron para que la nación recobrara la estabilidad económica y lo que es más trágico, Danilo Medina, su contrincante más cercano, tampoco responde a los anhelos del pueblo dominicano, no ha explicado de que ha vivido todo ese tiempo tuvo fuera de la palestra, sin trabajar y anda rodeado por los que llegaron en tapa rabos y hoy son potentados, que no pueden demostrar de dónde sacaron sus fortunas. Hipólito tuvo su oportunidad y uno de sus logros fue imitar al ecuatoriano Abdala Bucaram, en su pose ridícula del Presidente que hace reír con declaraciones de mal gusto, para la vergüenza de todos los dominicanos.
Tiene Hipólito derecho a aspirar a lo que quiera, para eso vivimos en democracia, lo que no entiendo es cómo la gente se deja seducir por este hombre, que quizás es bueno para sembrar mangos, cosechar tomates o vigilar invernaderos, pero no para solucionar los problemas nacionales. Se ha tomado la frase como arma de propaganda, y aunque Hipólito Mejía vuelva a ser Presidente no hay que temer a un posible dictador, podrá hacer reír con sus arrebatos, pero no tiene los ruedos que tuvo Trujillo para reprimir, ni las agallas de Duvalier para auspiciar las atrocidades. Al fin y al cabo no veo en Hipólito al hombre autoritario, no tiene estampa para ello, y la verdad suprema es que los dominicanos, jamás serán sumisos al capricho de un dictador de ninguna especie.
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