WASHINGTON -- La muerte de Osama Bin Laden trajo una razón enorme y muy necesitada de celebración a unos Estados Unidos agobiados por el persistente desempleo, los altos precios de la gasolina y las amargas disputas partidistas, además de fortalecer la posición de Barack Obama en sus aspiraciones para la reelección.
Miles de estadounidenses se lanzaron a las calles el lunes para vitorear el anuncio de su presidente de que Osama Bin Laden murió en una operación militar norteamericana en Pakistán luego de una búsqueda de casi 10 años.
El anuncio no pudo haberse producido en un mejor momento para Obama, que marchaba en baja en las encuestas en momentos en que lanza su campaña de reelección.
Por ahora al menos, tiene garantizado un enorme impulso político, algo que pudiera fortalecer su posición en momentos en que se encamina a una fuerte batalla sobre gastos federales con los republicanos que controlan la Cámara de Representantes.
En las afueras de la Casa Blanca, centenares de personas corearon “¡U-S-A! ¡U-S-A!” y ondearon banderas estadounidenses. En Nueva York, en el sitio del World Trade Center, el mismo lugar donde Al Qaida derribó las Torres Gemelas, una muchedumbre celebró la noticia con cantos y banderas.
El ánimo jubiloso no durará para siempre, pero el lunes los espíritus nacionales fueron animados. El país, profundamente dividido a lo largo de líneas partidistas, pareció tan unido como lo estuvo luego de los ataques del 11 de septiembre del 2011, organizados por Bin Laden.
Obama aludió a ello en su discurso del domingo por la noche.
“Debemos recordar el sentido de unidad que prevaleció luego del 11 de septiembre. Yo sé que esa unidad a veces se ha deshecho, pero el logro de hoy es testamento de la grandeza del país y la determinación del pueblo estadounidense”, dijo Obama, llamando a la gente a unirse de nuevo.
En el 2001 el entonces presidente George W. Bush había prometido capturar a Bin Laden, vivo o muerto, pero no lo consiguió. Obama tomó el reto y, como candidato a la presidencia, prometió: “Vamos a matar a Bin Laden”.
La persistencia –y el éxito de Obama– hace más difícil que los críticos del presidente sigan poniendo en entredicho si éste tiene el carácter necesario para hacer todo lo que hace falta para proteger la seguridad del país, o si tiene experiencia para ser el comandante en jefe.
Para los republicanos que buscan la presidencia, ahora será más difícil cuestionar la solidez de Obama en materia de seguridad nacional y política exterior.
Quizás reflejando ese fortalecimiento de la posición de Obama, aunque no un nuevo respeto, incluso algunos republicanos le elogiaron.
Eric Cantor, el segundo republicano de más rango en la cámara baja, dijo: “Elogio al presidente Obama, que ha seguido la vigilancia del presidente Bush para llevar a Bin Laden ante la justicia”. El ex gobernador de Minnesota Tim Pawlenty, casi seguro candidato a la presidencia, felicitó a Obama por “una tarea bien cumplida”.
Fuera de Estados Unidos, la muerte de Bin Laden envió un mensaje sobre la persistencia de Washington y de que nadie está fuera de su alcance.
En ese sentido, Obama dijo: “No vanos a tolerar que nuestra seguridad sea amenazada, no nos quedaremos cruzados de brazos cuando nuestros ciudadanos son asesinados. Seremos incansables en la defensa de nuestros ciudadanos y nuestros aliados”.
Sin embargo, aunque la muerte de Bin Laden cierra un capítulo en la guerra estadounidense contra el terrorismo, abre otros y crea interrogantes.
Wshington no le avisó a Pakistán aviso de la operación en su suelo y queda por verse cómo sobrevivirá la cooperación bilateral ante los acontecimientos. Bin Laden fue descubierto en un enorme complejo fortificado en un suburbio acaudalado a unas 60 millas de Islamabad, apenas a unos metros de una academia militar paquistaní.
Miles de estadounidenses se lanzaron a las calles el lunes para vitorear el anuncio de su presidente de que Osama Bin Laden murió en una operación militar norteamericana en Pakistán luego de una búsqueda de casi 10 años.
El anuncio no pudo haberse producido en un mejor momento para Obama, que marchaba en baja en las encuestas en momentos en que lanza su campaña de reelección.
Por ahora al menos, tiene garantizado un enorme impulso político, algo que pudiera fortalecer su posición en momentos en que se encamina a una fuerte batalla sobre gastos federales con los republicanos que controlan la Cámara de Representantes.
En las afueras de la Casa Blanca, centenares de personas corearon “¡U-S-A! ¡U-S-A!” y ondearon banderas estadounidenses. En Nueva York, en el sitio del World Trade Center, el mismo lugar donde Al Qaida derribó las Torres Gemelas, una muchedumbre celebró la noticia con cantos y banderas.
El ánimo jubiloso no durará para siempre, pero el lunes los espíritus nacionales fueron animados. El país, profundamente dividido a lo largo de líneas partidistas, pareció tan unido como lo estuvo luego de los ataques del 11 de septiembre del 2011, organizados por Bin Laden.
Obama aludió a ello en su discurso del domingo por la noche.
“Debemos recordar el sentido de unidad que prevaleció luego del 11 de septiembre. Yo sé que esa unidad a veces se ha deshecho, pero el logro de hoy es testamento de la grandeza del país y la determinación del pueblo estadounidense”, dijo Obama, llamando a la gente a unirse de nuevo.
En el 2001 el entonces presidente George W. Bush había prometido capturar a Bin Laden, vivo o muerto, pero no lo consiguió. Obama tomó el reto y, como candidato a la presidencia, prometió: “Vamos a matar a Bin Laden”.
La persistencia –y el éxito de Obama– hace más difícil que los críticos del presidente sigan poniendo en entredicho si éste tiene el carácter necesario para hacer todo lo que hace falta para proteger la seguridad del país, o si tiene experiencia para ser el comandante en jefe.
Para los republicanos que buscan la presidencia, ahora será más difícil cuestionar la solidez de Obama en materia de seguridad nacional y política exterior.
Quizás reflejando ese fortalecimiento de la posición de Obama, aunque no un nuevo respeto, incluso algunos republicanos le elogiaron.
Eric Cantor, el segundo republicano de más rango en la cámara baja, dijo: “Elogio al presidente Obama, que ha seguido la vigilancia del presidente Bush para llevar a Bin Laden ante la justicia”. El ex gobernador de Minnesota Tim Pawlenty, casi seguro candidato a la presidencia, felicitó a Obama por “una tarea bien cumplida”.
Fuera de Estados Unidos, la muerte de Bin Laden envió un mensaje sobre la persistencia de Washington y de que nadie está fuera de su alcance.
En ese sentido, Obama dijo: “No vanos a tolerar que nuestra seguridad sea amenazada, no nos quedaremos cruzados de brazos cuando nuestros ciudadanos son asesinados. Seremos incansables en la defensa de nuestros ciudadanos y nuestros aliados”.
Sin embargo, aunque la muerte de Bin Laden cierra un capítulo en la guerra estadounidense contra el terrorismo, abre otros y crea interrogantes.
Wshington no le avisó a Pakistán aviso de la operación en su suelo y queda por verse cómo sobrevivirá la cooperación bilateral ante los acontecimientos. Bin Laden fue descubierto en un enorme complejo fortificado en un suburbio acaudalado a unas 60 millas de Islamabad, apenas a unos metros de una academia militar paquistaní.
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