Por Bernardo Candelier
Cuando yo oigo la consigna ¡Peña Vive!, mientras yo escucho un minuto de aplausos a la memoria de Peña Gómez, me digo : cuánta hipocresía, cuánto cinismo, y termino diciendo, qué pena, Peña. Pero eso va también para los que se consideran herederos de Bosch, los falsos discípulos, los fariseos, los mercaderes de la política, atrincherados en el Comité Político del Partido de la Libración Dominicana.
Los partidos están carcomidos de pequeños burgueses. Se han convertidos en fábricas móviles de elementos con identidad social bien definida que sólo buscan ascender socialmente, y que están fabricados – por instituciones en decadencia- con cierta inteligencia que les permiten ver para donde coger, a quien acercársele, qué comportamientos tener.
Toda una receta aprendida muchas veces de sus líderes. De aquellos modelos cuyo comportamiento le han servido para calar en la alta escalera social que representa el estado dominicano, institución que termina gratificando sus vicios y sus indelicadezas. Todo es un mercantilismo político, un marketing. Palabras huecas carentes de sustancia, porque para subir ya no se necesita el verbo, sino ser vivo, ser irrespetuoso, hablar duro.
Estamos muy lejos de aquellos líderes históricos que tanto, tanto quisieron enseñarnos, y de los cuales nada aprendimos. Sólo utilizamos sus nombres como jabón para tratar de descurtirnos, cuando hay sucios que el jabón no quita.
En la escala de valores, a Bosch y a Peña yo los veo al mismo nivel, cada uno con una visión diferente, pero consagrados los dos, como apóstoles, a la causa social, al trabajo político desinteresado, bregando los dos con una clase nada fácil, que es la pequeña burguesía, esa clase de la cual Bosch habló tanto, una clase que le dio tanta agua de beber a Peña Gómez.
En el caso de Bosch, él se fue del PRD con la excusa de que estaba corrompido, por no decir que la pequeña burguesía estaba haciendo estragos. En el caso de Peña Gómez, quien también era pulcro, se quedó en el barco, porque entendía que la pequeña burguesía era una clase social entre otras que conformaban la sociedad a la que él pertenecía, Peña Gómez se quedó enfrentando esos vicios hasta la muerte, sabiendo lo que había, pero entendiendo, según su visión política, que él no estaba para desmontar por piezas la sociedad a la que él pertenecía.
Era un demócrata en el sentido social- demócrata de la política, Bosch, en cambio, se fue por el lado del Marxismo, para tratar de limpiar las infecciones de esa pequeña Burguesía que, según él, era en parte la culpable, históricamente, junto a la burguesía, de los males sociales que padecíamos los dominicanos. Bosch se va lejos en la historia dominicana para tratar de explicar lo oportunista que es la pequeña burguesía.
Oportunista al extremo, sino, veámos lo que está pasando con los que se dicen herederos del Boschismo, quienes desmontan por piezas toda la obra de Bosch, multitud de conceptos y postulados pisoteados alegremente por los Leonel y los Danilos de este mundo, pasando por los Lidios, los Gutierrez Feliz y otros dirigentes de la cúpula peledeista, quienes en vez de principios políticos, ahora sólo piensan en sus cuentas en banco, contribuyendo con esto a la masificación cada vez más marcada de la pobreza del país.
El PRD, partido al que pertenezco, no se queda atrás, y ya llega el tiempo en que sus altos dirigentes revisen todo el discurso y se encaminen más por el lado intrínsecamente social, devolviendo a este partido su esencia socialdemócrata, volviendo a los años dorados en que el partido estaba cerca de las masas, mano de la mano con la gente simple del pueblo.
Ese es, me imagino, el objetivo de nuestro presidente, el Ing. Miguel Vargas Maldonado, quien ha aplicado toda una reingeniería en la organización, tratando de terminar con el parasitismo político, y llevando al partido a estándares nunca vistos de aceptación en la opinión pública.
Veamos el ascenso del partido en las intenciones del voto desde que Miguel Vargas fue por primera vez candidato del partido en las elecciones del 2008, y en las elecciones congresionales del 2010, siendo él ya líder del partido. Olvidándonos de las elecciones que se avecinan, y ocupándonos sólo del tema de este trabajo, podemos decir que en el PRD, Miguel es el hombre de la situación dentro de lo que tiene que ver con el Partido Revolucionario Dominicano. De su estructura orgânica.
Él es el líder. Él es quien dirige la mayor estructura dentro de la organización, si queremos mantener un discurso independiente y objetivo, alejado de cualquier miedo a una exclusión que nos pueda llegar de quienes se creen ya cerca de la meta, a la puerta del palacio. Hay que enfocar el partido hacia la unidad, hacia la integración, teniendo claro que Miguel Vargas y su equipo es una estructura de triunfo que no se puede ignorar, que es esencial para una victoria eventual.
Por el lado del PLD, hace tiempo que ese partido está derrotado, y las congresionales fueron un ensayo donde el pueblo expresó, en la votación, lo que pensaba de él: que es un partido descontinuado, corrompido, sin alternativas viables, un partido donde sus estructuras ya no funcionan, como lo dijera públicamente Carlos Baret, por tanto miembro del Comité Político del partido morado. El PLD es un esqueleto sin carne, ya sin sustancia, una entidad sin discurso creíble. Mismo si Danilo nos viene con un discurso social de combate a la pobreza, todos sabemos que eso no es más que una especie de marketing político, algo que vende, y que tiene como sólo y único objetivo de ir a buscar esa gran masa, cada día más considerable, de pobres y excluidos de la sociedad dominicana.
La pequeña Burguesía está imponiendo sus pecados dentro de las organizaciones partidarias, y sus imperfecciones sobre la sociedad dominicana, sobre sus dirigentes, quienes están infectados hasta la médula de sus tumores malignos. Las consecuencias son nefastas para la sociedad que tenemos, donde todo se compra y todo se vende, donde en vez de política, en las reuniones de los partidos sólo se habla de puestos y prebendas, dejando a un lado los principios de quienes fundaron y desarrollaron dos entidades políticas dignas en el momento en que fueron fundadas y de las cuales la sociedad dominicana espera un discurso más acorde con la esperanza nacional, y con la liberación definitiva del pueblo dominicano de las cadenas que implica la pobreza y la incertidumbre.
Bernardo Candelier
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